Arturo Reyes Isidoro
(Mi fuente falló: el presidente dio su conferencia mañanera en el Palacio Nacional; el gobernador sí madrugó y dio la suya a las 7 de la mañana en el palacio de gobierno, y no, esta vez López Obrador no salió a tratar de justificar y a defender a Cuitláhuac por el abucheo que sufrió el domingo en Río Blanco; ¿ya lo soltó?).
En la noche del 6 de junio de 2021 y en los días posteriores, Manuel Huerta, entonces delegado federal de Bienestar, estuvo que no lo calentaba nada.
No podía digerir que no hubieran barrido en la elección de diputados federales y que no hubieran obtenido carro completo, de todas todas.
Su partido lo había responsabilizado del resultado, y no le fue nada mal: de 20 diputaciones federales ganó 19, algo como para saltar de alegría.
Pero no en su caso. Sus operadores en el distrito de Coatepec le habían fallado y Pepe Yunes les había arrancado el único triunfo de la oposición, incluidos el PRI, el PAN y el PRD.
A la distancia, se empieza a ver que era justificado su enojo, pues Pepe sobrevivió a la debacle que sufrieron los opositores, menos él.
Aquella fecha y aquel triunfo solitario cobran ahora su real dimensión cuando el diputado federal oriundo de Perote ya tiene en aprietos a la candidata de Morena a la gubernatura, Rocío Nahle.
Por militantes de Morena supe ayer de la preocupación que hay en el cuartel guinda porque sus mediciones, las internas, le dan a Pepe 10 puntos de ventaja sobre la zacatecana.
Y el también exsenador está sumando. En su recorrido el domingo en Naolinco se le sumó el exdiputado local Othón Hernández Candanedo y un día antes en el acto agrario en Ylang Ylang lo había hecho la exdirigente estatal del PVEM, periodista también, Eleaney Sesma.
De Othón se recuerda que en el segundo trimestre del año pasado renunció al PAN y se declaró diputado independiente, aunque en realidad se entendía con el coordinador de la bancada de Morena, Juan Javier Gómez Cazarín.
Incluso fue de los diputados de la oposición que votó a favor de la llamada Ley Nahle, con la que se pretendía dar patente de naturalizada como veracruzana a la señora oriunda de Río Grande, Zacatecas. El domingo, Pepe comió en su casa.
Eleaney, igual. Todavía hasta finales de marzo del año pasado trabajó para el partido Verde, pero apoyando a los morenistas y a su entonces aspirante Rocío Nahle. Ahora, con lo que sumó en el PVEM, también está cerca de Pepe.
Con el diputado de Perote se mueven cerca de él el exdirigente estatal del PRI y exalcalde de Xalapa Américo Zúñiga y el exalcalde de Santiago Tuxtla y exdiputado federal Nemesio Domínguez, pero no son los únicos. Ya los iremos comentando.
Hay un pequeño gran detalle que creo que nadie debería pasar por alto: hace tres años Pepe fue el único que derrotó a Morena, cuando los guindas ya tenían todo el poder, en una elección de Estado. Se entendería, pues, que sabe cómo derrotarlos.
Manuel Huerta tenía razón de haberse disgustado por su triunfo. Operadores identificados con Javier Duarte, que saben mucho de operación política lícita e ilícita, cuyos nombres prefiero no mencionar para no meterlos en problemas, me han dicho que Pepe tiene todas las posibilidades de ganar. Y ellos saben bien lo que dicen.
Periodismo trascendente
Salvador Borrego publicó la primera edición de su libro Periodismo trascendente en mayo de 1951.
Lo leí por primera vez en 1970 cuando empecé a trabajar en un periódico: el Diario del Sur de Acayucan. Era todavía la época del linotipo y del intertipo.
Me lo regaló el propietario y editor del medio, el inolvidable –para mí– Ángel Leodegario Gutiérrez Castellanos, “Yayo” Gutiérrez.
Creo que para entonces no había obra de un autor mexicano sobre el tema, sí de autores extranjeros.
Me ayudó a sentar las bases generales de lo que sería mi oficio y profesión de vida; sus enseñanzas las llevo conmigo hasta la fecha.
Aquel maestro de periodismo, al que nunca conocí en persona, distinguía dos funciones fundamentales del periodismo: una inmanente y otra trascendente.
Explicaba que expresar qué cambios e incidentes diarios le ocurren a la sociedad es la misión in-manente.
Decía que explicar más profundamente cómo existe y se desenvuelve esa sociedad e inducirle cómo debe desenvolverse en lo material y en lo moral, es la misión trascendente.
Era más explícito. Apuntaba que la función inmanente, que es la inmediata, se desarrolla por medio de la noticia; que requiere más objetividad que subjetividad.
En cambio –agregaba– la función trascendente, que es la mediata, se realiza por medio del carácter y la doctrina. “En consecuencia es más subjetiva que objetiva”.
Mi primer maestro de periodismo, prácticamente virtual, cuando ese término no estaba en uso ni de moda, expresaba que era relativamente fácil cumplir la misión inmanente, porque se desarrolla dentro de normas técnicas fácilmente precisable y de rápida asimilación, pero que era difícil cumplir la misión la trascendente.
Sentaba tesis: “Visto en su primer aspecto, el periodismo es un oficio. Visto en el segundo, es una profesión superior”.
Creo que cuando pasamos de reportero a columnista, como es mi caso, aunque cada que puedo le entro al reporteo con mis compañeros, muchos unos chamacos a mi lado, entramos y estamos ya en el campo del periodismo trascendente.
La trascendencia del acto agrario el pasado día 6
El sábado, el sector agrario recordó la promulgación de la primera Ley Agraria del país, que expidió el presidente Venustiano Carranza en el puerto de Veracruz el 6 de enero de 1915.
El recordatorio de la fecha lo hizo suyo el PRI, que institucionalizó la Revolución, además porque su sector agrario surgió de aquel radicalismo mexicano que caracterizó a Veracruz, en aquel entonces encabezado por el gobernador Adalberto Tejeda.
Durante su gobierno nació la Liga de Comunidades Agrarias del Estado de Veracruz, que luego sería Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos del Estado de Veracruz.
Cinco años después, en 1928, se constituyó el Partido Nacional Revolucionario, el abuelo del PRI. En ese año se inició el desarrollo de lo que puede considerarse como la época dorada del agrarismo veracruzano.
Hay, pues, un hilo histórico de la relación del sector agrario con el priismo. Con el tiempo, ese sector devino en una fábrica de votos para el Revolucionario Institucional.
Se sembraban votos apoyando a los hombres y mujeres del campo, lo mismo en especie que con créditos y con apapacho político: se le daban posiciones de elección popular (alcaldías, diputaciones locales y federales, senadurías y hasta gubernaturas) y aquello era siempre un campo floreciente y productivo. El campo producía y el PRI ganaba las elecciones de todas casi todas, cuando no, barría.
Hasta que algunos gobernadores empezaron a desdeñar el sector y a sus actores, y luego vino la debacle del PRI. La Liga, entonces, casi se murió, hoy su edificio histórico parece la residencia de fantasmas porque prácticamente nadie se para por ahí, su dirigente, que reside en Pánuco, se presenta una vez al mes y los actos agrarios del 6 de enero casi se redujeron a una caricatura de lo que fueron en sus días de esplendor.
Pero, ¡epa!, de pronto parece que obró un milagro en la conmemoración de la fecha el sábado pasado en la zona conurbada.
Qué duda cabe que la presencia de Xóchitl Gálvez fue el gran detonante y a la vez el imán, pero también el resurgimiento de la figura de Pepe Yunes como factor de unidad y aglutinante de la esperanza de quienes creen que puede derrotar a la candidata del partido en el gobierno.
La fecha fue ocasión para mostrar cómo la oposición se unió. Sirvió para el reencuentro entre Xóchitl y Beatriz Paredes, la única figura del priismo que nunca abandonó la conmemoración, con alguna excepción, aunque durante muchos años prácticamente se quedó sola haciendo guardia y colocando la ofrenda floral de tradición.
Si bien fue importante el acto, todavía lo es más la significación del acto.
Aquel sector agrario que ya se había azorrillado, de pronto resurgió y le devolvió vida a un acto que se creía agonizante, tomó la explanada de la estatua de Carranza, atrajo otra vez a la prensa y de ahí se fue a la ganadera de Ylang Ylang donde se convirtió en una multitud, y aparte de los discursos, por encima, se sobrepuso un grito de alerta: ¡Morena, aquí estamos!