El fruto ya vendrá cuando corresponda. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
NO ES ALCALDE, ES SECRETARIA
El presidente AMLO, teniendo las atribuciones que le da el cargo, nombró a Luisa María Alcalde Luján, secretaria de Gobernación. A sus 35 años, llega esta jovencita, aunque ahora con las reformas constitucionales los secretarios de estado ya pueden ser, los diputados de 18 años, senadores, de 21 y los secretarios de 25. Esta niña-mujer operó bien la secretaría del Trabajo, y sus padres han sido gente de Morena, el padre dedicado siempre a lo laboral y la madre, un cuadro morenista, Bertha Elena Luján Uranga contadora pública y política mexicana, perteneciente al Movimiento Regeneración Nacional. Fue titular de la Contraloría del Distrito Federal durante la administración de Andrés Manuel. La nueva titular ocupa el lugar que una vez ocupó gente grande. Va la lista entre los recientes. Desde Lázaro Cárdenas, Portes Gil, Plutarco Elías Calles, Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines, Díaz Ordaz y Luis Echeverría, que llegaron a la presidencia y probaron ese pináculo de poder. Luego muchos grillos: Uruchurtu, Ángel Carvajal, Mario Moya Palencia, Reyes Heroles, Manuel Bartlett, Fernando Gutiérrez Barrios, Chuayfett, Labastida y el último al que se le vieron esperanzas de lograr la candidatura, fue al fallecido Juan Camilo Mouriño, la muerte y el accidente de aquel avión en CDMX, le privó de saber si llegaría, pues era el candidato ideal de Felipe Calderón. Todos los demás, han intentado, pero no han podido. Ahora Luisa María Alcalde Luján pasará a formar parte de esa galería de fotografías, donde esos próceres de la patria practicaban la política en los tiempos imperiales del PRI, donde solo los chicharrones del presidente tronaban. AMLO le tiene confianza y es su relevo generacional, como lo anunció cuando la nombró. Sabe de política, está curtida en eso y tiene un buen maestro, el tabasqueño López Obrador, conocedor de los intrincados y sinuosos caminos de la política presidencial, y la guiará con buena mano en lo que termina su sexenio. Se ignora si quien gana la ratifica o le da las gracias, pero ella ya pisó esa alfombra del máximo poder, donde hay o había un teléfono rojo al que el presidente, cuando sonaba esa línea, los secretarios de Gobernación se ponían de pie, en esa llamada se les iba la vida y el resuello y el suspiro y la aspiración presidencial, como decía el veracruzano, Jesús Reyes Heroles: “Seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo”. Suerte a Luisa María.
COCCA SE FUE, COCCA NO ESTA
Diego Cocca, el entrenador de lo que queda de la selección mexicana, tenía sus días contados, su nombramiento era crónica de una muerte anunciada. Cuando México sufrió la derrota vergonzosa ante Estados Unidos, que se convirtió en una madriza, diría un cuenqueño. Diego ya sabía que se iba, pero se defendía. Atrás quedaron los días cuando juró que la gente no vio bien su nombramiento, porque era argentino, como el Tata Martino, un tipo que piso la cancha como entrenador, para ir a Qatar a demostrar el retroceso del futbol mexicano, a nivel de selecciones. Esa vez ni baranda tocaron, y se marchó y a su barco le llamó fracaso. El nuevo comisionado de la FMF, ayer anunció tajante que lo despedía, a él y a su segundo de a bordo, un tal Ares de Parga. Al parecer las cosas ya quieren que sean diferentes. Lo que les dolió fue el vacío y la ausencia de aficionados en el estadio de Estados Unidos, en Las Vegas, Nevada, cuando contra Panamá ganaron 1-0, pero ni la mitad del estadio se llenó, cuando eran llenos totales. Allí si les duele, podrán perder lo que quieran, pero cuando se les caen los millones de dólares de taquillas de los paisanos mexicanos, eso es insoportable. Queda de interino Jaime Lozano, ya sabe algo de ese ritual, fue el técnico que alcanzó el tercer lugar olímpico en Tokio, y hay esperanzas con él. Por lo pronto la Copa de Oro la dirigirá. Un amigo que sabe de futbol, me comenta que ni con Pep Guardiola la hacen, pero no hay peor lucha que la que no se hace. Esperemos.