*No se deja de pedalear cuando se envejece, se envejece cuando se deja de pedalear. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
EL NOBEL NO MERECIDO
Suele la Academia Sueca, de vez en cuando, ‘chafear’. Algunas veces padece Alzheimer, como cuando olvidó dar el Premio Nobel de Literatura al gran Jorge Luis Borges. En literatura, más o menos ahí van. Premian a lo premiable y los libros de quienes son galardonados comienzan a venderse como pan caliente. En el de la Paz es donde las inconformidades crecen y no siempre aciertan. Hace tiempo se lo dieron a Barack Obama, y antes al halcón Henry Kissinger, cosa que hasta el mismo Alfred Nobel se revoloteó en su tumba, no porque no lo merecieran, porque debía estar prohibido para los políticos gobernantes. Los políticos cumplen funciones para las que fueron electos. Su premio es reconocerles su labor, no otorgarles premios. En el de la Paz hace años también galardonaron a Teddy Roosevelt, porque dio el primer caso al Tribunal de la Haya y apaciguó la guerra rusa-japonesa. A otro presidente americano, Woodrow Wilson, porque fue fundador de la Sociedad de Naciones, la mamá de la ONU. Willy Brandt, canciller alemán. Mucha grilla, mucha política en estos premios. A Begin y Anuar el Sadat, dizque por los acuerdos de Camp David para detener la guerra Egipto e Israel, una guerra que no tiene fin y si tiene muchos odios. A Mijail Gorbachov, porque les cayó bien su lunar en la frente, dicen que eso es una señal divina y que era enviado de Dios para combatir el mal del comunismo. Arafat, Rabin y Simón Pérez, o sea, los árabes y judíos que pelean toda la vida en el Oriente Medio, son premiados en Suecia. Vergüenza debía darles. Al cacahuatero Jimmy Carter, un presidente gris que al terminar su reinado se dedicó a contribuir a la paz del mundo, con su sonrisa gringa donde mostraba sus dientes de tarpala. Visor electoral, terminó el pobre. A Al Gore porque, después de que el hermano Bush de la Florida le robó la elección presidencial para el hermano Bush de La Casa Blanca, se dedicó a mostrar cómo componer el mundo en un video naturista, y por eso lo premiaron. Bah. Debían premiar a Kamalucas, cuando vivía, un filósofo de mi pueblo, que hace más que Gore por el mundo. La de Obama es sublime, el texto de la Academia dice, dulzona y melcochosamente: “Sólo muy rara vez una persona tiene el mismo alcance que Obama ha tenido al capturar la atención del mundo y brindarle a su pueblo la esperanza de un futuro mejor”. Wow. Rara vez encontramos una gente así, totalmente palacio. También se lo han otorgado a gente muy merecida, Martin Luther King en 1964, y la Madre Teresa, una santa, en 1979. Lech Walesa, líder polaco. Hay un mexicano al grito de guerra que lo ganó, Alfonso García Robles, personaje de gran reconocimiento internacional, diplomático de carrera. Echeverría lo quiso, pero no llegó ni a segunda base, por hablar del béisbol, su Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados lo ponían en esa tesitura de Premio Nobel de la Paz. Pero ni el lenguaje de Porfirio Muñoz Ledo pudo conseguírselo. A lo mucho, un reconocimiento cuenqueño de los pueblos de la Barahunda y Cojinillo o Chacaltianguis. El gran Nelson Mandela, en 1993. Y nuestra casi paisana, Rigoberta Menchú. Muy merecido. Hay gente que opina que lo merecían mejor, en su tiempo, gente como Steve Jobs, ahora difunto, o Bill Gates, aquellos genios que han hecho más por la humanidad que cualquiera, desde un garaje del Silicón Valley. Pero es historia contemplada. Premios Nobel de la Paz vendrán y allí estaremos viéndolos, mientras se tenga vida, porque los muertos no son merecedores, solo los vivos. Aunque los muertos son imbatibles, porque ya no cometen errores, según Minga, una gente de mi pueblo.