Acertijos

Gilberto Haaz Opinión

+ A la memoria del gran periodista Miguel López Azuara. Fallecido a sus 88 años de edad. Qué en paz descanse. Camelot.  

Gilberto Haaz Diez

Y LLEGO EL 61 

Tarde lluviosa orizabeña. Había que estar pegado al televisor, pues el Yankee mayor, el que lleva 60 jonrones e iguala la marca de Babe Ruth y quiere llegar al 61, la que Roger Maris rompió en el año 1961, treinta y cuatro años después que Ruth mantuviera la marca, y 61 años cuando Maris pegó aquel jonrón. Todo es 61. Los poderosos Yankees, el equipo más galardonado con títulos en el béisbol americano, la franquicia más laureada en el deporte profesional americano: 27 títulos de la Serie Mundial, 40 banderines de la liga americana y 19 de la división este, nomás para darse un quemón, diría un chaval cuenqueño, o como lo explicara Kamalucas, a veces. La lluvia caía sobre mi ventanal, como diría el poeta: “La lluvia caía, caía sin pausa, sin prisa, con calma, con mucha alegría, con mucha nostalgia”. Para no hacerla muy cardiaca, llegaron a la 7ª entrada empatados y tocó el turno al bat al gran Aroon Judges, aquel que el cronista del Yankee Stadium anuncia por los altavoces: ‘Pónganse de pie que viene entrando el señor Juez’. Y todos se ponen de pie y aplauden. En tres bolas y dos strikes, el pitcher le lanzó una curva endemoniada y Aroon la cazó y la voló al otro lado de la barda. Cayó donde están los pitchers contrarios calentando, por más que el público se estiraba por esa bola que, según esto, ya valía dos millones de dólares, para los grandes que recolectan suvenires históricos. La pelota la devolvieron a los Yankees, que la tienen bajo control. La madre y el padre allí presentes, también, dijo el cronista, algunos familiares de Roger Maris, que verían como se desempataba aquel título desde 1961, aunque hay algunos que ya lo han superado y por mucho. La gente se puso de pie, no enloquecía porque estaban en territorio enemigo. El juez Yankee hacia el paseíllo, el de pisar las bases y ser ovacionado, sonreía como si estuviera en Orizaba, porque ya tenía unos diez turnos al bat y la presión no lo dejaba conectar el home run. Los cronistas lo ensalzaban, la cadena americana lo sublimaba, en México ninguna televisora lo puso, lo vi directo en mi Roku y en inglés, entendiéndole cómo se podía. Pero allí quedó para la historia, ese 61 home run que sigue enalteciendo al gran Babe Ruth y a todo el beisbol, para corroborar aquello que alguna vez dijo él mismo: “Nunca dejes que el miedo de poncharte te haga no jugar béisbol”.

LA RUBIA 

Ayer estrenaron en Netflix la cinta Rubia, otra triste historia de la gran Marilyn Monroe. Antes de irme al juego de pelota la vi. Bien actuada por Ana de Armas, muy parecida a la original Marilyn, y en el papel del intelectual Arthur Miller, el gran Adrien Brody. Tomada del libro de Joyce Carol Oates y producida entre otros por Brad Pitt, es una cinta más terrenal, dice Netflix. La vi y se basa en los tres amores de su vida, el del bruto pelotero Joe Di Maggio, el del intelectual Arthur Miller y el de JFK, el presidente a quien pintan en la cinta muy mal, porque en la escena de escasos minutos ponen a Kennedy como un gandalla sexual, y según los libros de Kennedy que he leído, el presidente era bueno para los amores y las tenía contentas. Atormentada por su madre, quien la quería ahogar de pequeña y extrañando siempre al padre ausente, cuenta estos tres amoríos, dos terminaron en boda y uno en amasiato, y faltó el otro Kennedy, desde que, cuando llegó a Hollywood fue abusada y violada por el primer productor para darle un papel fílmico, bien lo decía la rubia: “En Hollywood te pagan mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma”. Marilyn jamás encontró en su vida un hombre que le diera un hijo y le diera paz de hogar. Quien la describió a la perfección, fue el novelista Manuel Vicent, en su artículo Marilyn: “Fue una niña abandonada por su madre, una adolescente violada, una chica de calendario para camioneros, que pasó de los brazos del bruto y celoso héroe nacional Joe di Maggio a los de Arthur Miller, un judío intelectual neoyorquino, convertida siempre en pieza de caza mayor, para acabar zarandeada por dos ciervos de catorce puntas de la familia Kennedy hasta la muerte”. De ella siguen y se seguirán escribiendo libros y se harán películas, como esta que se estrenó. Es un icono mundial que, después de muerta en 1962, sesenta años después aún sigue siendo recordada y admirada.

www.gilbertohaazdiez.com 

 

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