*De Adenauer: “En política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno”. Camelot.
A LA MITAD DEL CAMINO
9.45 de la mañana, enciendo la tele, llega el Tercer Informe de Gobierno del presidente AMLO. A la mitad del camino, cuando arriba con todo el poder que da esa suprema presidencia, en un sistema presidencialista como el nuestro. Avizoró la noche anterior cambios en ese Gabinete. Llega con un libro bajo el brazo, A la mitad del camino, donde hace revelaciones de un encuentro con Peña Nieto, cuando ambos eran presidentes, uno electo y el otro Constitucional. Y lástima que a Peña no se le pueda preguntar nada, porque anda atareado cuidando y arreglando las pestañas a su nenorra, la modelo Tania Ruiz, en Madrid, chulona mía, para que revelara quién o quiénes habían sido esos empresarios que lo habían traicionado, al final de su mandato. Porque suele ocurrir, que los presidentes en el último año de su gobierno son los solitarios de Palacio, antes Los Pinos. Y el peor es el sexto año, cuando la historia los apabulla. Los despedaza. Hay pocos presidentes mexicanos que hayan librado la historia, la misma historia suele ser cruel y los devora. O huyen fuera del país o van al ostracismo o a refugiarse a sus hogares. Pero jamás se ha visto a un expresidente caminar tranquilo por las calles mexicanas, o meterse a un restaurante, so pena que sea gritado y abucheado. Hay que ver cómo juzga la historia a esta Cuarta Transformación. Llega el presidente a la mitad del camino con números malos, 97 homicidios al día, el mayor registro de muertes violentas en la historia reciente del país, con una pandemia terrible, con hospitales sin medicamentos para niños con cáncer, sin el Seguro Popular, donde dejó a 18 millones de mexicanos sin asistencia médica; sin las guarderías populares, pero aún con un 62 por ciento de aprobación, del 72 que tenía en 2019, enfrentado con el INE, a quien quiere borrar del mapa y del Tribunal Federal Electoral, que también como mago Mandrake los quiere desaparecer. Llega con un congreso paritario, donde por primera vez en la historia la mitad son mujeres, y un país dividido, enfrentado indirectamente con los alcaldes de CDMX, aunque es pleito de la Sheinbaum, porque perdieron 9 de 16 alcaldías, y eso les ha dolido en el alma, es una daga clavada en el corazón, porque ese era feudo de Morena desde que llegaron bailando cha-cha-cha y ganaban alcaldía tras alcaldía, de allí a golpear a la alcaldesa Lía, cosa condenable. Llega con los intelectuales y los columnistas y escritores, casi todos en contra, pero es un presidente bien aceptado, las ayudas sociales a millones de mexicanos lo afianzan entre la gente que le apoya. A la mitad del camino, todos los presidentes mexicanos han llegado con fuerza. Es el quinto año de gobierno el que los maldice y el sexto el que los devora.
EN EL SALON JUAREZ
Es septiembre, mes de la patria. Llegan las 11 de la mañana, en un saloncito chico con el retrato de Benito Juárez al fondo, no propio de la grandeza de ese Palacio, por la pandemia reducido el número de invitados. El gabinete y uno que otro colado. Llega muy lejitos con Julio Scherer su mano casi derecha, al que anuncian renunciado, y rememoro cuando leí por ahí una fábula de alguien que le decía al otro: desconfía de él, tiene una mirada no de confiar. Es como Saturno, que devora a sus hijos. En uno de los patios del bellísimo Palacio Nacional un soldado toca la trompeta y hace honor el jefe de las instituciones, al lado su esposa, Beatriz Gutiérrez Müeller. En negro y con corbata roja, el presidente AMLO sube la escalinata. Saluda a la bandera y llega al salón. Tocan el Himno. Ceremonia republicana, diría un cuenqueño. Comienza el acto, atrás quedaron los días imperiales, cuando Jacobo Zabludovsky, desde el Congreso contaba cuántas veces había sido interrumpido el presidente con aplausos de pie. Eso ya es historia. Comienza el informe con la guadaña contra el neoliberalismo, como si fuera una mañanera. “La transformación está en marcha”, anuncia de entrada. Rememoró sus logros históricos, récord históricos, les llamó a las remesas, a la inversión extranjera, al incremento al salario mínimo, a la no devaluación del peso, al no incremento de deuda, récord histórico en aumento del índice de la Bolsa de Valores, récord histórico en las reservas del Banco de México, y les remató como chamaco a los tecnócratas neoliberales: “Tengan para que aprendan”. Hoy la señal del productor de TV es diferente, en la antigüedad, cuando el presidente mencionaba la energía, la cámara afocaba al titular de esa secretaría, ahora no. Solo la imagen del presidente.
Casi una hora después, termina el mini informe. Datos que mañana aparecerán en los diarios. Lo termina con una frase, que cuando termine su gobierno, dirá: “Misión cumplida, me voy a Palenque, les dejo mi corazón”, como Tony Bennett, que dejó su corazón en San Francisco. Venga, pues.
Así lo vi en la tele. Y Así lo conté.