Hasta hace relativamente poco tiempo, tres décadas, al tiburón ballena se le temía por su gran tamaño, de 18 a 20 metros de envergadura, y su enorme boca, pero largos estudios comprobaron no sólo la inocuidad, sino la docilidad de esta carismática criatura marina que hoy es uno de los peces más buscados del mundo por el turismo de nado y observación, y es centro de importantes empresas ecoturísticas que obtienen ganancias millonarias de esa actividad.
Aunque en todo el planeta se reconocen alrededor de 30 sitios de agregación de tiburón ballena, como Qatar, a donde llegan poco más de 100 individuos, México es verdaderamente privilegiado pues tiene presencia frecuente del gran pez en todas sus costas, lo mismo sobre el Océano Pacífico que sobre el mar Caribe.
Pero la agregación de la especie ocurre principalmente al norte del Caribe mexicano, al noreste de la Península de Yucatán, entre Isla Contoy, Isla Mujeres e Isla Holbox, en el estado de Quintana Roo, uno de los sitios de mayor importancia a nivel global, a donde se han identificado fotográficamente al menos 1,100 tiburones ballena, la agregación más numerosa reportada en todo el mundo.
El pez más grande del mundo, de cuerpo hidrodinámico largo y angosto, cabeza ancha y plana con ojos pequeños ubicados en los extremos laterales y una enorme boca desprovista de dientes, es llamado también pez dominó o pez damero, presenta piel blanca en el vientre y dorso gris con puntos y líneas blancas únicas en cada individuo, y tiene en nuestro país otros sitios relevantes de agregación donde puede ser observado de agosto a diciembre: Bahía de Los Ángeles, Baja California; Bahía de La Paz, Baja California Sur.
Aunque el tiburón ballena es una especie solitaria, forma agrupaciones estacionales de algunos cuantos hasta centenares de individuos, según la disponibilidad de alimento. Estudios recientes han concluido que, además de consumir una gran variedad de organismos del zooplancton, también puede comer pequeños peces como sardinas, anchovetas y pequeños calamares.
Especie migratoria, los individuos regresan año con año al mismo lugar, y mediante rastreo satelital se ha descubierto que algunos tiburones realizan largas migraciones. Entre 2007 y 2008 se registró el movimiento de una hembra que recorrió 7,213 km en aproximadamente 150 días, desde el Caribe hasta la parte central del Atlántico sur.
Desde 2016 la especie Rhincodon typus está catalogada en Peligro de Extinción, según la lista roja de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, y como especie Amenazada), y enlistada en la Norma Oficial Mexicana 059 bajo la categoría de “Amenazada”, por lo cual la pesca del tiburón ballena es una actividad ilegal en todos los sitios de agregación de la especie,
No obstante, entre las principales amenazas para su conservación están la pesca incidental, durante la captura de atún en numerosos sitios de Asia, como Pakistán e Islas Azores, al quedar enredado en artes de pesca, y también la pesca ilegal que aún se practica en Kuwait y Taiwán, ya que el precio de su carne y aleta dorsal es muy elevado en el mercado negro.
La disminución en el número de avistamientos de estos escualos a nivel mundial generó la preocupación global que llevó a proclamar en 2008 el Día Internacional del Tiburón Ballena, durante la II Conferencia Internacional del Tiburón Ballena realizada en México, y se conmemora cada 30 de agosto con el fin de emprender acciones para conservar esta maravillosa criatura marina amigable con el ser humano. 40 países se comprometieron a poner todo su esfuerzo en proteger y ayudar a este espécimen a no extinguirse.
Afortunadamente, hoy se reconoce que el tiburón ballena vale más vivo que muerto, y en muchos sitios donde antes era cazado, ahora se le protege y se desarrolla exitosamente el turismo con la especie, actividad que reporta ganancias multimillonarias.