Alejandro no conquistó el mundo él solo. Lo hizo al frente de 30 mil griegos que compartían sus ideales, que marchaban por sus ideales y que estaban dispuestos a morir, pero también a matar por él. Tan sencillo que hubiera resultado que lo dejaran sólo. Que lo hubieran desoído y aunque intentaron asesinarlo no lo consiguieron. Es verdad que muchos lo llamaron asesino y tirano, pero hoy lo llamamos “Magno”. Hay quienes hasta lo consideraron un iluminado.
Si Alejandro no llegó hasta los confines de la tierra fue porque la mole de gente que lo seguía se cansó. Cierto es que purgó sus tropas varias veces eliminando a los rebeldes, pero sólo pudo hacerlo mientras fueron minoría. Cuando el grueso de su ejército decidió no dar un paso más, Alejandro, el emperador del mundo, tuvo que retirarse.
Por su parte el gran Cayo Julio Cesar no conquistó el mundo a pesar de tener el apoyo del pueblo, porque las cúpulas del poder lo asesinaron.
A lo que quiero llegar con estos ejemplos es que se equivoca quien piense que se puede ostentar el poder sin el pueblo y sin las cúpulas. Que Porfirio Díaz no llegó ni se perpetuó en la presidencia repartiendo mentiras. Se llega al poder y se gobierna con mucha convicción, con mucha visión, pero sobre todo dando resultados y con mucha sangre en las manos.
Ante la victoria de Morena en las elecciones de este fin de semana muchos han salido a criticar la nueva hegemonía del partido comparándolo con el PRI. Como si eso fuera algo malo.
Me parece muy ingenuo pensar que el PAN o cualquier partido se iba a detener un día a decir: “ya gobernamos en muchos estados, ya no más”. Por supuesto que no. La política es la guerra.
Que, si Morena compró votos y voluntades a la usanza del PRI, pues sí, pero también el PAN, el PRD y todos los demás. Porque es la guerra y los soldados cobran. La gente no lucha gratis. Además, no es secreto ni misterio, todos los partidos usan las mismas estrategias.
Cambiamos las armas por las urnas porque matarnos no era buen negocio. La política lo es. Deja dinero, llegamos a acuerdos, repartimos posiciones y buscamos el poder absoluto. Porque ese es el ciclo del poder. Se busca, se obtiene y se mantiene hasta que se pierde.
Esto no tiene que ver con el Peje o Anaya o ninguna persona en particular. Sólo es la naturaleza del poder.
El PRI fundó este país. Fue el PNR quien trajo la civilidad tras 100 años de guerras. Fue quien recogió los más profundos anhelos y los más profundos miedos del pueblo en un librito llamado Constitución. Fue quien logró un balance entre la derecha y la izquierda; y entre conservadores y liberales (los de verdad no los que dice el presidente) y de ahí que haya sido siempre un partido de centro.
Sin embargo, el ciclo del poder siempre se cumple y se corrompió. No me refiero a la corrupción moral y económica porque esta ha acompañado a México desde el virreinato. Me refiero a la corrupción ideológica. El PRI que cobijaba a todos los mexicanos sin importar su estrato, fue parasitado por el PAN. Un partido de vocación empresarial, mercantilista, muy puritana, pero sobre todo de verdadera derecha…. Y las voces que no fueron oídas buscaron su pedazo de poder… y fueron muchas.
El mexicano no ha cambiado mucho desde la Revolución. Dígame si estoy equivocado. Él quiere lo que es suyo y poco más. Quiere sus tierras y sus aguas; y que no venga nadie a querer pasarle por encima o quitarle lo que era de sus padres. “Oye, vamos a hacer un centro productivo”, se le dice al mexicano que responde: “¿pa’ qué? Mucho problema, así estoy bien”. Se le dice al mexicano: “estudia para que no te agarren de wey” y éste contesta: “¿pa’ qué? Al que se pase de lanza le parto su madre”. Los mexicanos queremos ahorrarnos la fatiga. No digo que esté bien. Al contrario, me parece negativo, pero es lo que es.
Morena ganó porque entiende al pueblo. Y mientras sus detractores tratan de invalidarlo diciendo lo mucho que se parece al PRI ignoran que, lleno de parásitos y oportunistas como todos los partidos, sigue siendo el PRI, con otro nombre, pero con los mismos ideales que recogen y materializan los anhelos de la gente hoy como en 1917.
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