*Sólo un equilibrio de poder puede mantener la paz. Hice lo que tenía que hacer. Vivíamos la Guerra Fría. El mundo se había alineado en dos bandos hostiles. Yo no era el único que pensaba así. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
AHÍ VIENEN LOS RUSOS
Hay capítulos en la vida de la política, que uno no termina de entender. Cuando el mundo condena el bombardeo indiscriminado de Vladimir Putin sobre Ucrania, los diputados mexicanos del PT y Morena y los aliados y agachados Verdes, y lo que queda de Augusto Gómez Villanueva, el único priista ahí metido, yo creo que sin saber el pobre qué carajos hacia allí. Nacido en 1929, a sus 92 años debe imaginar que vive en tiempos de Luis Echeverría, pobre hombre, daba pena verlo aplaudir a los rusos; sentaron en la mesa congresista al embajador ruso, heredero de las maldades de Putin y de Stalin. Ando muy metido en los libros de los rusos, he leído muchísimos de la época de los zares Romanov, desde su derrocamiento hasta el asesinato en Ekaterimburgo de la familia imperial, y hay una serie extraordinaria en Netflix de su vida y de ese episodio. Hace nada, por la tienda de Slim compré el libro de Putin, llamado ‘El nuevo zar’, donde narra como este hombre desde abajo se encumbró hasta ser lo que hoy es, otro dictador sanguinario que lleva 20 años gobernando a los rusos, aunque a los rusos siempre les encanta que los gobierne un locochón por años, libro muy interesante. Ayer compré otro, nada barato, más de 500 pesos, ‘La corte del zar rojo’, la historia del criminal Stalin, desde sus inicios en la pobreza, donde el libro magistralmente escrito por Simón Segavb, que sepa quién es porque jamás había sabido de él, pero escribe con relatos muy vivientes, narra el inicio cuando la esposa de Stalin, cuya relación con Iosep era muy mala, es decir, se metían sus rounds un día sí y otro también, termina por suicidarse con un revolver ruso. Cuentan que es la verdadera historia de Stalin, jamás contada, libro de más de 500 páginas que ahí voy noche tras noche robándole al sueño un poco de tiempo. Pero estaba en eso porque recuerdo que hace muchos años hubo una película humorística, se llamaba ‘Ahí vienen los rusos’, película cómica proyectada en plena Guerra Fría, que relata la llegada por error de un submarino ruso a las costas de Nueva Inglaterra y ahí empieza el merequetengue. Los rusos, a través de la historia, siempre han sido malos, quitando al gran Gorbachov, que liberó aquella espantosa Guerra Fría, cuando desapareció la Unión Soviética, que ahora Putin quiere volver a armar como si fuera un cuadro de rompecabezas. En la Segunda Guerra Mundial, en plena liberación de Berlín, en la película Patton, George C. Scott, que era el personaje, en un momento pidió permiso a Eisenhower, comandante en jefe de los aliados, para que, en lugar de entrar a Berlín, se desviara hacia Rusia, porque decía que esos eran los verdaderos enemigos, comunismo contra capitalismo, y mucha razón tenía. Eisenhower no lo dejó.
AUN HAY MAS (RUSIA Y MEXICO)
Hasta aquel episodio cuando Kennedy en el Muro de Berlín, frente a los berlineses se dijo sentir un berlinés a mucho orgullo, como si fuera cuenqueño. Chingón para los discursos, Kennedy expresó frente al Ayuntamiento de Berlín: “Todos los hombres libres, dondequiera que ellos vivan, son ciudadanos de Berlín. Y por lo tanto, como hombres libres, yo con orgullo digo estas palabras “Ich bin ein Berliner”. Al igual Ronald Reagan, que, como buen vaquero de películas de western, le dijo al gran Gorbachov: “Derribe ese muro, señor Gorbachov” (Tear down this Wall). Y el muro cayó poco después, con un poco de ayuda de Juan Pablo Segundo, al que quería todo el mundo. Andaba en eso de los rusos, porque anoche mismo las televisoras en todos sus noticieros nos mostraron un pacto con tinta sangre del corazón, del presidente del PT, un tal Alberto Anaya, que sentó en el Congreso al embajador ruso y firmaron el pacto de amistad. Al lado de los seguidores de Morena y los del Partido Verde, que esos van a todas con tal de seguir mamando del presupuesto. Pero qué necesidad, decía Ciro Gómez Leyva, y uno se imagina cómo le cayó ese acto a Joe Biden y a los congresistas americanos, quienes nos ven como apestados porque, con todo y lo que se diga, Morena y sus aliados tienen la mayoría en el Congreso mexicano, entonces pensarán que todos los mexicanos al grito de guerra, amamos a los rusos, cuando la mayoría pensante los detestamos por invasores y porque destrozan Ucrania a puros bombazos, donde ellos ponen las bombas y los ucranianos los muertos. Pobre México, tan cerca de la 4t y los rusos y tan lejos de Dios.