Al Derecho y al Revés

Carlos Javier Verduzco Reina Opinión

“LA INFLACIÓN. DE NUEVO EL CABALLO NEGRO ACECHA”

Por el Dr. Carlos Javier Verduzco Reina.

Si usted es ama de casa, acude a un supermercado, o simplemente es consumidor de bienes recurrentes, habrá advertido sin duda un aumento generalizado de precios en los bienes que regularmente adquiere. Seguramente ha notado que este fenómeno se ha acelerado a partir de la segunda mitad del año 2021 y especialmente en el inicio de este 2022. El tema no es menor y nos habla de la importancia de conocer la medición del porcentaje que mediante datos estadísticos representa el incremento del aumento en el costo de productos y servicios, es decir, el índice inflacionario.

En principio, el aumento en la inflación es una consecuencia lógica en una economía de mercado pues el incremento de valor en los bienes y el crecimiento del producto interno bruto nos hablan del crecimiento de la economía y que la oferta y la demanda son variables reales que juegan su papel en la integración de los propios mercados al presentar características particulares frente a cada grupo social. Sin embargo, la inflación también puede convertirse en un elemento de riesgo que frene la expansión económica pues representa la pérdida real del poder adquisitivo de los consumidores quienes con el mismo dinero adquieren cada vez menos productos o acceden a menores servicios. Y cuando esto sucede estamos frente a uno de los problemas más complicados de resolver en una sociedad como la nuestra que debiendo procurar justicia social para los menos favorecidos se torna selectiva al permitir que el acceso a bienes de consumo primario sea un lujo al que solamente acceden algunos miembros de la comunidad.

Este fenómeno, el aumento en el índice inflacionario, es una preocupación constante y permanente de los gobiernos de todo el mundo pues una inflación descontrolada ha llevado en más de una ocasión a la pérdida de gobernabilidad generalizada. No hay duda de que el control de la economía es por definición el medio más eficaz para ejercer políticas de gobernanza.

El reciente fenómeno del crecimiento inflacionario que estamos observando, justo es reconocerlo, no es un tema exclusivo de nuestro país. De hecho, estamos frente a un escenario de aumento en la inflación prácticamente mundial en el que países con economías sólidas como Estados Unidos están enfrentando aumentos inusuales que no se habían observado en décadas. Como ejemplo, hay que destacar que la tasa actual medida al mes de febrero de 2022 en los Estados Unidos aumentó un 7.9%, porcentaje totalmente extraordinario para una economía como la norteamericana. Ello sin considerar aún el impacto que tendrá la Guerra en Ucrania lo que seguramente disparará aún más el índice inflacionario en los meses de mayo y junio. El efecto en economías menos solidas como la mexicana se convierten en retos mucho más difíciles de enfrentar y desde luego de resolver en el corto plazo. Baste decir, que el índice inflacionario al que nos enfrentamos para este año 2022 no se había observado en el mundo hace por lo menos 40 años. Es decir, hay personas que pertenecen prácticamente a dos generaciones que por primera vez tienen frente a sí un crecimiento inusitado de precios y servicios. ¿Pero porque se ha incrementado la inflación? Sin que pueda proponerse una respuesta única, adecuada y completa existen varias posibilidades para explicarlo.

Tradicionalmente, la inflación es resultado del aumento a la demanda. La demanda generalizada sobre bienes y servicios puede disparar su costo ante la ausencia o insuficiencia de los productos demandados. Este fenómeno es usual y se replica año con año de forma estacional. Seguramente todos recordamos como anualmente aumenta el precio del limón, el jitomate, el huevo o el aguacate por citar ejemplos muy sencillos en temporadas ya conocidas, pero que ilustran como la necesidad de algunos satisfactores tiende a disparar su costo ante la imposibilidad de la oferta de satisfacer en su totalidad el volumen de la demanda. No obstante, este fenómeno generalmente se controla cíclicamente por la propia producción de manera que los precios suelen estabilizarse y los índices generales no resienten una modificación significativa al final del año.

Sin embargo, el escenario económico mundial no parece responder hoy a esta constante. Es evidente que la pandemia derivada del Coronavirus SARS-CoV-2 provocó una contracción económica mundial que detuvo de un solo golpe y prácticamente de manera total la producción económica en el mundo. Este fenómeno inesperado e inusitado generó un exceso de inventarios de todo tipo de bienes y mercancías que fueron saliendo al mercado en tanto la economía pudo reactivarse, fenómeno que claramente se ha ido advirtiendo de manera gradual y regional. Curiosamente, China país en el que inició el efecto recesivo de la pandemia ha sido la primera economía en recuperar la producción y el crecimiento económico que tenía antes de 2020. Pero, claramente es posible apreciar que no todas las economías tienen la misma capacidad de recuperación.

Veamos. Probablemente usted recuerda que en la segunda mitad del año 2020 y al inicio del año 2021 se podían adquirir bienes a precios relativamente baratos, incluso más baratos que antes de la pandemia. Todo ello, si bien tenía el propósito de reactivar la economía generó una perdida natural en las utilidades esperadas por sus fabricantes que no rescataron ni remotamente la esperada de la producción de los años 2020 y parte del 2021. Probablemente por aquí comencemos a encontrar las respuestas a un fenómeno que aun nadie logra explicar con precisión.

La segunda mitad del año 2021 comenzó a registrar un aumento generalizado en los costos de bienes y servicios, es decir, nos encontramos frente a un escenario en que los precios aumentan sin que la demanda de estos se haya incrementado significativamente. La inflación entonces esta generada por un aumento a los costos, esto es, a partir de la intención de recuperar utilidades perdidas en el tiempo en que la pandemia obligó a la contracción económica mundial. Sin embargo, el tema, aunque pudiera quedar cerrado ante esta causa inicial tiene efectos mucho más complicados de explicar en el futuro cercano. El primero de ellos es que es un hecho comprobado que la inflación desordenada tiene un efecto contrario en el crecimiento de la economía porque genera incertidumbre frente a la pérdida de poder adquisitivo, provoca dudas sobre el nivel de ingreso e impacta negativamente en el incremento a los salarios de quienes viven del producto de una relación laboral. Por otra parte, un escenario recesivo detiene la producción y entonces sí provoca una inflación condicionada a la demanda de bienes no satisfechos.

En México el fantasma de la inflación elevada es sumamente preocupante porque está rodeado de la incertidumbre que provoca y la historia que le precede, y sobre todo porque quienes cargan de manera más directa con su efecto inmediato, son los sectores más pobres de la población, tal como lo estamos hoy observando en el plano nacional pues los precios que más han subido son los que corresponden a alimentos básicos. Entonces, si concedemos que la consecuencia inmediata del aumento de precios es que el sector que lo reciente con mayor fuerza, desafortunadamente, está conformado por las personas de menores ingresos, su dimensión social es sumamente relevante. Así, la inflación se convierte en un factor estratégico de decisiones políticas que los gobiernos tienen que enfrentar con urgencia pues al ser los sectores de población más pobre los más vulnerables a estos vaivenes económicos se convierten en presa fácil de ambiciones políticas pocas veces de genuino interés nacional.

Los índices publicados recientemente no dejan lugar a dudas que estamos ante un problema real. Mire usted. En el año 2018, último de la administración de Enrique Peña Nieto la inflación anual acumulada fue de 4.83% ya asimilado el tema del gasolinazo de principios del año 2017 que fue consecuencia de implantar la reforma energética y que particularmente se reflejó de pronto en un aumento no previsto en su impacto en el precio de la gasolina tema que hoy es de convivencia usual por todos los mexicanos y que no representa un riesgo por sí mismo. De hecho, el año 2019 primero de la actual administración, se continuó con la tendencia a la baja y la inflación acumulada fue de 2.89%; sin embargo, en el año 2020 comenzó el efecto alcista al registrarse una inflación del 3.15 %. A pesar del escenario recesivo de que comentamos líneas arriba lo anterior seguramente no fue considerado en la estrategia económica del gobierno porque el año 2021 se registró una inflación sin precedentes de 7.36%. El problema es que la perspectiva para el año 2022 no es necesariamente alentadora ante un escenario mundial poco favorable a la estabilidad macroeconómica. Cifras del Banco de México publicadas al 1 de febrero de 2022 estiman que la inflación acumulada para este año será de 4.42%. Esta cifra de por sí, ya elevada, no refleja el efecto de los acontecimientos más recientes a nivel global, uno ya comentado, la inflación en los Estados Unidos y otro, las consecuencias que tendrá la reciente invasión rusa a Ucrania, tema del que nos ocuparemos en el futuro. En contraste, analistas privados estiman que el 4% es muy conservador pronosticando que la inflación este año puede rebasar niveles superiores al 7%. Sobra decir que enfrentamos un escenario inédito que requiere decisiones políticas acertadas y a largo plazo

Habría que añadir que la inflación no es un tópico que deba analizarse aislado o exento de otras consideraciones económicas e incluso de la oportunidad de tomar decisiones políticas. Desde luego el papel del Banco de México será relevante para su control y manejo y los criterios generales de política económica que establezca el gobierno para la formación del presupuesto ene l año 2023 también, por citar solo dos ejemplos de la urgencia que implica atender el efecto de la tendencia alcista que estamos observando y que parece no tener freno en el corto plazo. Nuestro país, a la par del combate a la inflación, enfrenta un reto quizá más importante y cuyo efecto se hace patente de manera evidente: impulsar el crecimiento económico hoy tan precario, fenómeno que se ha incrementado dramáticamente a partir del año 2019. Lo anterior es desde luego relevante pues si la inflación tradicionalmente acarrea un bajo crecimiento económico, el escenario para México no podría ser más sombrío pues los niveles más recientes que miden el índice de crecimiento económico no solo han sido bajos sino claramente negativos. No obstante, la tendencia mundial a regionalizar inversiones puede ser un factor para aprovecharse y generar que la economía mexicana crezca y enfrente con mayor éxito un escenario mundial recesivo. Para ello será preciso que las decisiones políticas y legislativas que se tomen en el futuro inmediato propicien seguridad para la inversión, particularmente la inversión extranjera directa que es la que crea nuevos empleos y fomenta el desarrollo económico. Si la inflación es un fenómeno mundial cuyo efecto ha impactado a todas las economías, el tema que sí podemos enfrentar es fomentar el crecimiento económico promoviendo inversión, más que regulación.

El escenario esta ya frente a nosotros. De las opciones que tomemos para resolverlo dependerá el destino inmediato de nuestro país.

 

 

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