Por: David Fernández
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco, o simplemente “Simón Bolívar”, es uno de los personajes más importantes de la historia universal, del cual, en nuestro país poco a nada sabemos.
En nuestras escuelas se habla de él sólo de pasada y en nuestra imaginación colectiva libertadores ajenos a nuestra hispanidad, como George Washington, son más populares.
Nada ayuda tampoco la tan denostada “República Bolivariana” de Venezuela, que de Bolívar nada tiene, más que la distinción de ser la tierra que lo vio nacer.
Mientras que Venezuela se proclama federal y centralizada, el también llamado Libertador de América era centralista y de republicano no tenía nada, pues fue presidente vitalicio de la Gran Colombia y dictador del Perú.
A pesar de estas credenciales, a Bolívar se le debe la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela; y a diferencia de otros grandes caudillos, éste era un ilustrado. Tuvo los mejores tutores de Venezuela, España y Francia, donde asistió a la coronación de Napoleón.
Viajó a Italia donde quedó maravillado por la arquitectura romana renacentista; a Inglaterra donde se enamoró del sistema de gobierno inglés; se refugió en Jamaica donde prometió liberar a los esclavos y en donde escribió: “No somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles…”.
Bolívar era criollo, pero ya en este pensamiento se vislumbra la identidad de los países americanos: mestizos. Tanto más de cultura que de raza, un poco más europeos en Argentina y Uruguay; un tanto más indígenas en Perú y Colombia, pero mestizos.
Quizá ese sea el pensamiento más adelantado de Bolívar. El que le costó el título de tirano, pues su afán de la unidad era tan grande, que pretendía unificar toda la América española incluso en contra de la voluntad de aquellos a los que había liberado. Nadie pudo ver más allá de sus propios intereses.
El Libertador vislumbró un comercio desde el Atlántico hasta el Pacifico, pero los separatismos y las guerras fratricidas lo agotaron. Renunció a la presidencia de Colombia para pasar sus últimos días cuestionándose si había hecho bien en liberar al pueblo americano. Murió de tuberculosis en 1830, esperando un barco que lo llevaría al exilio a sus 47 años.
Bolívar fue una fuerza de la naturaleza, de la talla de hombres como Hernán Cortés o el propio Napoleón. Es el héroe más importante en el cono sur americano y sin duda, uno de los hombres que le dieron forma al mundo que conocemos y a quien en México deberíamos estudiar más.
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David Fernández
Originario de la Ciudad de México, cuenta con licenciaturas en Derecho y Ciencias de la Comunicación; diplomados en Administración, Finanzas, Derechos Humanos, entre otros; ha realizado estudios independientes en Historia y Religión; actualmente cursa la maestría en Desarrollo Pedagógico. Periodista en medios del centro y sur del estado; así como catedrático en nivel medio superior y superior.