*Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece (La Sombra del Viento, Carlos Ruiz Zafón). Camelot
Gilberto Haaz Diez
EL LIBRO DE ESLAVA GALAN.
Un amigo muy querido, que viaja seguido a España y algunas veces hemos caminado juntos esos sitios de ese Madrid querido y que, cuando se nos ocurre, nos vamos o a Barcelona o a Valencia a comer las paellas de ellos, porque una vez caminando en esa Valencia mía, jardín de España, como escribiera Agustín Lara, al sentarnos en uno de esos locales que exhiben a la calle las afamadas paellas, el dueño que la hacía de mesero (Camarero, le llaman allá), me preguntó a boca de jarro cómo quería la paella ¿Cómo la comen ustedes o como la hacemos nosotros? Como la de ustedes, le respondí. Y era sencilla, la paella valenciana de casa solo lleva su aceite de oliva y arroz y azafrán y conejo, porque en la vieja España, cuando eran pobres, en sus pueblos cazaban los conejos y las hacían así, ricas y originales. Igual ocurre con ese plato llamado Cocido montañés, que suele ser diferente al Cocido madrileño, que en La Bola de Madrid es exquisito. Cierta vez, entrando al lugar, le pregunté al mesero: ¿Dicen que aquí hacen el mejor cocido madrileño de España? Del mundo, me respondió orgulloso. Era lo mismo, el cocido montañés de los pueblos pobres no llevaba todo lo que le ponen ahora al madrileño, como los garbanzos, morcilla, tocino, chorizo y fideos con patatas, como a la paella que le meten camarones, salchichas de puerco, langosta algunas veces, mejillones y lo que se les ocurra. La de ellos era solo con conejo. El amigo, Pepe Aranda, cuando me llamó de Madrid estaba en una librería y aproveché el viaje y le pedí un libro de Juan Eslava Galán, que ha triunfado en las editoras con señeros libros como ‘La primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial contada para escépticos’, además de aquella joya de libro llamado ‘Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie’. Para mi fortuna, me dijo que acababa de salir el nuevo libro de Eslava: ‘Enciclopedia Nazi, contada para escépticos’. Me lo entregó hoy en propia mano. Se agradece y ahora tengo mucho más que leer, entre los otros nuevos que compré, uno de ellos el de Ángela Merkel. Bien lo decía San Agustín: “Cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando leemos es Dios quien habla con nosotros”.
POR ESO ESTAMOS COMO ESTAMOS
Mikel Arriola Peñaloza, que era conocido por haber sido director del Instituto del Seguro Social (IMSS), en el periodo de Enrique Peña Nieto, un tipo listo y preparado, abogado, politólogo, con graduaciones en la universidad de Chicago y en la London School of Economics, donde también estudió Fidel Herrera Beltrán. Este hombre, que su curriculum dice que juega pelota vasca, un día apareció como por arte de magia como presidente del futbol mexicano, y uno enseguida piensa que ahí lo envió Televisa, que es quien manda en el futbol mexica, junto con TV Azteca hacen una dupla que ni Batman y Robin los vence. Algún día llegará que las televisoras no puedan meter la mano en el futbol, porque el otro, Yon de Luisa, presidente de la federación mexicana de futbol, viene de una vicepresidencia de Televisa. Bueno, el tema es que todos los que medio saben de futbol, han asegurado que el futbol mexicano no progresa porque está lleno de extranjeros, y el campeón de todo ello era el maloso Tuca Ferreti, que en el 90 por ciento de sus partidos ponía solo a dos o tres mexicanos a alinear. Era más malo que la Fiscala Carnala de Veracruz haciendo órdenes de aprehensión balines. Luego, Tuca Ferreti contrataba jugadores mexicanos jóvenes para quemarlos, es decir, no los ponía a jugar y allí se perdían. Ahora Mikel dice que no, que la reducción de extranjeros será hasta el otro año, porque así lo dice el Canal de las Estrellas. O sea, a seguir jugando con 10 extranjeros. Ni modo, del cuarto partido en los mundiales seguiremos sin pasar.