Xalapa, Ver.- La tradición de poner velas en el frente de las casas cada 7 de diciembre para celebrar el Día del Niño Perdido se llevó a cabo anoche en la calle Paulino Martínez de la zona conocida como El Dique.
Rosa Elena Ortega Zaleta, una de las organizadoras, explicó que la tradición del Niño Perdido es originaria del norte de Veracruz y se lleva a cabo en municipios como Tuxpan, Álamo Temapache, Poza Rica, Tihuatlán, Papantla, Gutiérrez Zamora, Tecolutla, San Rafael y Nautla.
Desde 1993, Rosa Elena inició el encendido de velas en Xalapa con el objetivo de enseñar la tradición a los menores, pero a los vecinos les gustó y poco a poco se sumaron hasta iluminar los parques Benito Juárez, Los Berros, El Bicentenario, María Enriqueta y el Paseo de Los Lagos.
Anoche, tenían planes de extenderse hacia el Paseo de los Lagos, pero prefirieron evitar aglomeraciones y es que el año pasado, por la Pandemia, el encendido de velas lo hizo cada familia en su casa.
María Sandoval Tecalco y María Sofía Garcés, también organizadoras, recordaron que “las velas nos dan luz, nos recuerda que todos los seres humanos tenemos luz interior y debemos practicar los buenos dones que nos da Dios, y el año pasado y éste año damos luz para que pare la pandemia, que ya se acabe, que estemos todos bien de salud”, expusieron.
LA LEYENDA
Rosa Elena citó que el profesor Arturo Mendoza Rangel rescató la leyenda huasteca que data de la época prehispánica, cuando los pueblos peleaban por quedarse con los ríos acaudalados pues necesitaban agua para sus habitantes, lo que molestó a los dioses y los castigaron quitándoles la luz.
“Los jefes se reunieron para buscar remedio a su castigo, y acudieron a implorar a los dioses que les regresaran la luz y el Dios Trueno ´Tajín´ les impuso la tarea de construir un escudo con oro, plata y piedras preciosas y que su pulido fuera capaz de reflejar el sol hacia la zona que se encontraba a oscuras. Ese escudo sería sostenido por el más noble y valeroso guerrero, tan valiente y osado, que fuera capaz de remontar el espacio y colocarse frente al sol para iluminar con su reflejo, la tierra castigada por los dioses”.
Aquel audaz guerrero, solo disfrutaría los amores y trato de su esposa durante los tres meses que durara la elaboración del escudo, pero al salir a cumplir la encomienda, su esposa descubrió su embarazo y a sabiendas de que el guerrero ya no volverá a pisar la tierra, salió tras él para enterarlo de su concepción, travesía que termina con su vida fallece dando a luz en el firmamento.
Desde entonces, “los dioses avisaron al pueblo de la huasteca que la madre había muerto y el padre también, así que debían encender miles de hogueras para guiar el regreso del recién nacido, instituyéndose así la tradición del Día del Niño Perdido”.
LA VERSIÓN CATÓLICA
Otra versión indica que esta tradición se celebra en la víspera de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción y está inspirada en un pasaje bíblico relacionado con el día en que el niño Jesús se pierde en Jerusalén y sus padres, María y José, le buscaron hasta encontrarlo en el templo platicando con los sacerdotes.
Las velas se encienden para recordar este pasaje e iluminar el camino de Jesús para ayudarle a regresar a casa; sin embargo, también hay quienes aseguran que las luces son para que los niños que se han extraviado encuentren el camino a su hogar.
EN EL CONGRESO DE VERACRUZ
En un hecho inusual, la diputada Cecilia Guevara, presidenta de la Mesa Directiva de la LXVI Legislatura del Estado de Veracruz, se sumó a la tradición del Día del Niño Perdido y encendió velas alrededor de las instalaciones del Palacio Legislativo y que representan la guía para el regreso a casa.
La legisladora consideró de suma importancia la participación de la gente en el rescate y preservación de sus tradiciones, tal y como es el caso del Día del Niño Perdido.
Con información de AVC/Redacción