Uriel Flores Aguayo
Tengo razones históricas y actuales para interesarme en escribir sobre Cuba. Son apuntes sinceros, lejos de apologistas y detractores sistemáticos. En 1980, como estudiante de la Normal Veracruzana, tuve la oportunidad de visitar ese país, más por simpatía que por afanes turísticos. En esos años, además, era integrante del comité de solidaridad con Cuba Mella-Flores Magón. Sin mayor profundidad teórica y más allá de los datos y evidencias creía que Fidel Castro y su gobierno representaban algo nuevo y justicia social. En los partidos de izquierda en donde militaba las delegaciones del Partido Comunista Cubano eran recibidas con entusiasmo, se les veía como héroes antiimperialistas.
Ahora pienso diferente, lo que inició con una revolución derivó en dictadura y, hoy, una tragedia humanitaria. Es imposible para cualquier ciudadano de buena fe permanecer impasible ante la saña con que se está tratando a la ciudadanía que se ha manifestado recientemente en Cuba, a la que reprimen y dictan severas penas sin debido proceso. El sueño igualitario exigió una elevada cuota de pérdida de libertad; el resultado de 62 años de un modelo ajeno a esa isla y América latina, es sufrimiento, carencias materiales y disminución en dignidad humana.
Si uno se libra de la propaganda oficial y tiene el cuidado de revisar la historia Cubana, poniendo cuidado en el periodo previo a la revolución, encontrará que estaban mejor entonces. «Antes de 1959 era uno de los países más desarrollados de América Latina y mostraba índices socioeconómicos superiores a los de muchas regiones de EEUU y del sur de Europa». El problema mayor lo representaba la corrupción y lo represivo del Gobierno del dictador Fulgencio Bautista(1952-1959). Paradoja: pasaron de una dictadura a otra.
El principio de la ruta equivocada, de larga agonía, del Gobierno Cubano se estableció cuando decidió ser parte de uno de los bandos de la guerra fría, el de la URSS. Al adoptar el modelo Soviético comprometió la independencia nacional y se alejó del desarrollo social y democrático. Tal modelo representó el monopolio Estatal de la economía, un partido único, control policial de la sociedad, falta de libertades, gobierno familiar-gerontocracia, adoctrinamiento y propaganda, discurso de odio y totalitarismo. Es una reliquia de las contradicciones que se asuman como comunistas y revolucionarios cuando el Muro de Berlín se derrumbó en 1989 y la URSS se desintegró en 1991.
En su momento la revolución Cubana fue la inspiración de millones de personas, sobre todo en América Latina; en varios lugares se intentó replicar el método del llamado foco revolucionario, como en Madera, Chihuahua, y en Bolivia, donde murió el Che Guevara.
Por inviable el sistema cubano ha fracasado, no genera bienestar a sus habitantes y restringe las libertades. Hay un despertar entre su población, sobre todo en los jóvenes, como se pudo ver, de manera inédita, hace unos meses con una movilización social valiente y decidida. El próximo noviembre volverán a salir a las calles para exigir derechos y reformas.
Estamos ante una gran oportunidad para Cuba, para que vivan una transición democrática que sea pactada y pacífica, que evite más sufrimientos a su pueblo. Su sistema no tiene futuro, de seguir solo prolongarán la agonía. Lo ideal sería que el Gobierno ceda, como en la URSS, el poder. Ya no tienen nada que defender, la revolución es el recuerdo de una circunstancia histórica que derivó en fracaso, solo son fotografías del año 59, y su socialismo es irreal y, si acaso, de los libros. Hasta personajes legendarios como Pablo Milanés, claman por cambios.
Las actitudes en México respecto del Gobierno Cubano van de la complicidad a un lavado de conciencia. En un renovado apoyo al Gobierno de la isla, desde el oficialismo se les envían recursos, se les da trato privilegiado y formulan cuanta invitación sea posible tanto en lo Federal como en algunos Estados. En la practica se le da la espalda a la parte de la sociedad que anhela libertad. No estaría nada mal que el Gobierno mexicano aprovechara su apoyo para pedir, discretamente si se quiere, al menos el respeto a los derechos humanos de los cubanos. Los autos definidos izquierdistas que están en las nóminas oficiales o que viven en la cómoda nostalgia de lo que nunca fue siempre justifican su apoyo al poder cubano invocando el » bloqueo» de los EEUU. El problema es que el bloqueo como tal no existe, se trata de un embargo por expropiaciones no pagadas. El gobierno Cubano puede comprar en cualquier país, incluido EEUU en alimentos y medicamentos. El llamado bloqueo ha servido como justificación para el desastre económico. De todos modos deben suspenderse esas medidas del Gobierno Estadunidense, tal como la ha resuelto la ONU. Los Pro cubanos mexicanos, desde sus privilegios, no podrían vivir en Cuba mucho tiempo sin estar intentando huir.
Porque duele su sufrimiento, porque lastima lo que hacen con los jóvenes que quieren libertad, porque es un anacronismo, porque ese sistema no tiene futuro, hay que ser solidario con el pueblo cubano y desear que superen este trágico momento pronto y pacíficamente.
Recadito: el totalitarismo no es buen ejemplo para México. Ufa.1959@gmail.com