*Si estas contra la pared, rompe la maldita pared. Camelot
Gilberto Haaz Diez
LA MAÑANA DE EMILIO N
Es la mañana que Emilio N o L, mejor conocido como Emilio Lozoya Austin, el soplón confeso de corrupción de Odebrecht, que se convirtió en testigo protegido y la sopa que iba a soltar no traía nada. Ahí en la tele vemos que avanza con sus abogados, tranquilo, como cuando fue agarrado fuera de base cenando, como tomaron los Bravos de Atlanta a los pobres Astros de Houston, que no les supieron ni a melón en el juego de la Serie Mundial, donde se coronaron. La historia de Emilio N refleja la impunidad que la 4T ha dado a reos o presuntos sospechosos de crímenes financieros, como este sujeto confesó un día que la empresa brasileña le dio dinero de a montón. Para variar, el juez le dio un mes más para acumular pruebas, mismas que no tiene. Podrá ir al restaurante Human a meterse otra cena cara. Aunque la Fiscalía ya respingó. Ah esa bendita impunidad. En estos Días de Muertos, surgieron cosas inexplicables, el crimen del actor Octavio Ocaña, a quien el padre asegura que los policías de Cuautitlán Iztcalli lo mataron a Sangre Fría, como relato de Truman Capote, y exhiben en las redes sociales, la hermana y la novia del difunto actor, que una de las mujeres polis se robó una esclava de 14 quilates que llevaba el difunto. Mientras eso pasaba y el presidente AMLO dice que atenderá a la familia y se hará justicia, en Veracruz, en una gira de quién sabe dónde, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez se bajó de la Suburban donde andaba y se echó una bailada con un grupo de danzantes y de músicos folklóricos. En redes sociales dijeron que eso era lo suyo: bailar y no gobernar.
LAS DOS TUMBAS (GARCIA LORCA Y MACHADO)
Y ahora que llegó Día de Muertos, me acordé de dos tumbas, la no encontrada de Federico García Lorca y la de Antonio Machado, en el cementerio de Collioure, un lugar francés donde, huyendo de la Guerra Civil española, allí murió y sus restos aún siguen allí sepultados, historia para mañana. Hoy miro a Lorca.
Federico García Lorca, poeta inmortal de los españoles y del mundo, fue fusilado a inicios de la Guerra Civil española. Una guerra que dividió a hermanos y a comunidades vecinas. Ensangrentó a un país (1936-1939) y logró que entre ellos se dieran con todo, una guerra de odios. Lorca fue asesinado a los inicios de esa guerra, en una cañada barranco de Víznar. A 85 años de ese crimen que a nadie benefició, los restos de algunos allí sepultados en la clandestinidad, aún están en la búsqueda. Hace no mucho, expertos en temas lorquianos y españoles que hurgan los restos de sus familiares, con orden del multicitado juez, Baltasar Garzón, se dieron a la tarea de encontrar a su poeta inmortal. No aparecen. La familia se ha negado a ello, pero el mundo espera con expectación. Ian Gibson, novelista y escritor, es quien más ha entregado parte de su vida a relatar la Vida y Obra de Lorca. Ahora en España apareció un nuevo libro, ‘La fosa de Lorca’, el hombre que mejores biografías y avatares ha escrito sobre ese crimen cuya herida aún no cicatriza. El libro es la apasionada crónica de una búsqueda infructuosa, que ha llevado a propios y extraños a topar con pared y no tener respuesta final. La familia pide que no hurguen más en esa historia terrible que ensombreció a España, que lo dejen descansar en paz, si es que así se puede descansar en paz, en una tumba anónima, no olvidada, sólo anónima, al pie del olivo y el barranquillo en Víznar, en Granada, tierra ensangrentada. De ese suceso, Antonio Machado escribió un poema: “Se le vio, caminando entre fusiles, por una calle larga, salir al campo frío, aún con estrellas de la madrugada. Mataron a Federico, cuando la luz asomaba. El pelotón de verdugos no osó mirarle la cara. Todos cerraron los ojos; rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico —sangre en la frente y plomo en las entrañas— Que fue en Granada el crimen sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
Se le vio caminar… Labrad, amigos, de piedra y sueño en el Alhambra, un túmulo al poeta, sobre una fuente donde llore el agua, y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!.