Esfuerzos locales para salvar al jaguar en América Latina

En Bici

Hace 12 años la veterinaria Ivonne Cassaigne llegó a Sonora, en el norte de México, para hacer su tesis de doctorado. Su investigación buscaba demostrar a los ganaderos la importancia de conservar el ecosistema y a las presas nativas —como el pecarí— para disminuir los ataques de jaguares (Panthera onca) y pumas (Puma concolor) al ganado.
Su estudio lo realizó en una hacienda ganadera con un fuerte conflicto entre jaguares y humanos. Actualmente, más de una década después, son cinco las haciendas comprometidas en la conservación del hábitat del jaguar con una extensión de 30 mil hectáreas de conservación.

 

Pero esta no es la única estrategia de conservación que apunta a proteger al jaguar en Latinoamérica. En Colombia, el café se ha convertido en un aliado para la protección de esta especie emblemática y de su hábitat; mientras que en Paraguay un proyecto con cámaras trampa y collares de telemetría busca conocer más sobre el comportamiento del gran felino de América.

 

Aunque el jaguar está categorizado como Casi Amenazado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), su situación es cada vez más preocupante. De acuerdo a diversos estudios, actualmente ocupan solo el 51 % de su área de distribución histórica. En la investigación sobre el estado de conservación del jaguar, publicado en la revista Oryx de Inglaterra en 2017, se explica que históricamente, el jaguar se extendió a lo largo de 19 000 000 kilómetros cuadrados, desde el suroeste de Estados Unidos hasta el centro de Argentina. Sin embargo, desde 1 900 este rango se ha reducido hasta los 9 000 kilómetros cuadrados.

 

La pérdida de hábitat por la deforestación es uno de los más serios riesgos para el jaguar, así se lee en el estudio El Comercio Ilegal de Jaguar, publicado por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), en julio de 2021.

 

Relacionado con la pérdida del hábitat —señala Mariana Da Silva, de Wildlife Conservation Society (WCS) Bolivia— está el conflicto de esta especie con las personas, debido, principalmente, a la expansión de la ganadería.

 

La caza furtiva es otro riesgo creciente para esta especie que, en algunos casos, está relacionada también con la coexistencia entre humanos y jaguares, pero en otros se debe al tráfico ilegal de sus partes, principalmente de sus colmillos, una amenaza que va en aumento.

 

En el Día Internacional del Jaguar ofrecemos un panorama de lo que está pasando en cinco países de los 18 en los que habita esta especie. Proyectos de conservación con ganaderos y agricultores, investigaciones sobre la especie, avances en la lucha contra el tráfico de partes de jaguar y la propuesta de un plan nacional son parte de los planes para proteger al jaguar en México, Colombia, Paraguay, Bolivia y Perú.

 

México: el conflicto con el ganado

 

«Como veterinaria me encantan los animales y para salvarlos tenemos que trabajar con las personas», afirma Ivonne Cassaigne, coordinadora regional de Primero Conservation para México, quien desde hace doce años trabaja con ganaderos de los municipios de Nacori Chico, Divisaderos y Granados en Sonora para solucionar el conflicto que existe entre los dueños de las haciendas pecuarias con los jaguares y los pumas.

 

Cuando llegó Cassaigne a Sonora para hacer su tesis doctoral, lo que buscaba era demostrar a los ganaderos que tanto los jaguares como los pumas prefieren cazar especies nativas como venados y pecaríes para su alimentación en lugar de cazar becerros, que era lo que estaba ocurriendo.

 

Lo primero que se hizo fue instalar cámaras trampa y collares para monitoreo mediante geolocalización. Fueron ocho meses de observación y seguimiento para demostrar la preferencia de los jaguares por las especies nativas. Luego, se incrementó las presas de las cuales se alimentan los felinos que habitan en Sonora: los pumas cazan principalmente venados, mientras que el jaguar captura pecaríes.

 

«Cuando veíamos que varios días estaban en el mismo lugar, sospechábamos que se trataba de un lugar de caza. Por lo tanto, cuando abandonaban el lugar, nosotros íbamos a investigar esa zona», explica Cassaigne.

 

Así confirmaron que los jaguares preferían cazar pecaríes en lugar de becerros, demostrando a los ganaderos que si en el lugar había estas presas, los jaguares no iban a atacar a sus animales. Incluso hubo un proceso para aumentar la cantidad de pecaríes y venados en las zonas por donde se desplazaba el ganado.

 

«Después de mi estudio los ranchos vecinos se interesaron en este sistema», agrega Cassaigne, quien ahora implementa su programa en cinco ranchos de Nacori Chico, Divisaderos y Granados, sobre un total de 30 000 hectáreas.

 

El proyecto no solo consiste en conservar e incluso aumentar la cantidad de presas nativas disponibles para los jaguares, sino que en estos territorios está prohibida la caza del felino, además que se tienen programas para controlar la temporada de nacimiento de las crías del ganado y se mantienen espacios para el crecimiento y pastoreo de los becerros. «Los ganaderos han comprobado que el puma y el jaguar no son los culpables de todo», finaliza.

 

Colombia: el café de la conservación

 

En Colombia el jaguar y el café tienen una relación particular. Una cercanía destinada a mantener intactos los bosques naturales por donde transita el felino de América.

 

Bajo esta idea nació Jaguar Friendly, una iniciativa que empezó en la Cordillera Talamanca, en Costa Rica, y se trasladó a la Sierra Nevada de Santa Martha, en Colombia.

 

«Se trata de un esquema de conservación basada en una ecoetiqueta, que identifica sistemas productivos que contribuyen a la protección de una especie, en este caso el jaguar», explica José Fernando González, director del Proyecto de conservación de aguas y tierras – Procat Colombia, organización que lidera esta propuesta.

 

El programa consiste en entregar una certificación de Jaguar Friendly al café que se cultiva en fincas que cumplen determinados criterios para proteger esta especie. Producir café bajo sombra, evitar la cacería y mantener los bosques intactos ante el avance del cambio de uso de suelo para la ganadería son algunas de las pautas para un café amigable con el jaguar.

 

Su bien el programa piloto del Jaguar Friendly empezó en Santa Martha —cuenta con 17 fincas comprometidas en la actualidad— la experiencia se está trasladando ahora al Caquetá, en la Amazonía colombiana, donde además del café se está poniendo en práctica la certificación de un cacao ecoamigable. «En el Caquetá estamos en pleno proceso de certificación con alrededor de cien fincas», señala González.

 

«La zona amazónica es la que está sufriendo las mayores tasas de deforestación en Colombia», agrega González. Según el último informe del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), la mayor pérdida de bosques en el 2020 se registró en la Amazonía que pasó de perder 98 mil hectáreas en 2019 a 109 mil hectáreas en el 2020.

 

Gonzáles cuenta que en un inicio exportaron cinco toneladas de café a Rumanía y que este año, su sexta cosecha, lograron comercializar 18 toneladas de café Jaguar Friendly a Rumania, Holanda y al estado de Arizona, en el sur de Estados Unidos.
El café certificado como Jaguar Friendly cultivado en Colombia ha logrado la exportación de 18 toneladas en el último año. Foto: Procat.

 

Este proyecto ahora busca expandirse a Bolivia y Paraguay donde la propuesta es trabajar con cuero proveniente de las zonas ganaderas y en Honduras se está estudiando hacerlo con cacao.

 

«Se trabaja con comunidades campesinas y nativas, y agremiaciones, dependiendo del sistema productivo y del país. En Colombia, lo hacemos con la Federación Nacional de Cafeteros», cuenta González. «La mayoría son comunidades campesinas pero hay procesos con indigenas en la Sierra Nevada de Santa Martha y estamos iniciando el proceso con indigenas en Costa Rica. Lo principal es trabajar con quienes están en el territorio», agrega.

 

Paraguay: cámaras trampa para estudiar al jaguar

 

«Hemos colocado 400 cámaras trampa durante dos años en varios lugares donde está ocurriendo la deforestación», explica Jeffrey Thomson, investigador principal del Proyecto Jaguar en Guyra Paraguay.

 

Las investigaciones de Thompson se centran en el Chaco y el Pantanal paraguayos, un ecosistema seriamente deforestado por la presencia y expansión de la ganadería. «El bosque de Paraguay estaba intacto, pero cuando empezó el desarrollo de la ganadería se empezaron a perder decenas de hectáreas por día», menciona Thompson. «Paraguay es el sexto exportador de carne más grande en el mundo y la ganadería es el motor de desarrollo del Chaco. Por eso queremos saber qué está pasando con los jaguares en estas zonas deforestadas», agrega.

 

En Paraguay, el conflicto entre los ganaderos y el jaguar también es un problema serio y la expansión de la actividad pecuaria ha ocasionado una alta deforestación en el Chaco paraguayo. Según el Ministerio del Ambiente de Paraguay, entre enero de 2014 y enero de 2018 se perdieron 1 057 888 hectáreas en el Chaco a causa de la deforestación.
La instalación de cámaras trampa —dice Thompson— no solo ha permitido saber qué está pasando con el jaguar, sino con todos los mamíferos grandes y con las presas del felino.

 

Para ello se instalaron las 400 cámaras trampa en 200 estaciones, con dos equipos en cada lugar. El resultado han sido 3.5 millones de fotografías durante 60 000 noches.

 

Un jaguar macho en el Chaco Paraguayo captado por una cámara trampa. Foto: Guyra Paraguay / Jeffrey Thompson, M. Velilla, JM Campos Krauer.

 

Hasta ahora, sus investigaciones le han permitido hacer una estimación de la densidad de la población de jaguares y otras especies en el Chaco. «La estimación de densidad ha sido de medio individuo en 10 000 hectáreas hasta 1 y medio en la misma extensión. Esta distribución está asociada con la cantidad de vegetación que se mantiene en cada sector», dice Thompson.
Sus investigaciones también han permitido saber que el jaguar puede sobrevivir en un paisaje deforestado en el corto plazo, incluso cuando el desmonte ha alcanzado un 50% del territorio.

 

«Estamos intentando entender mucho mejor el comportamiento del jaguar, con la intención de adoptar medidas que puedan mitigar el conflicto con los humanos», manifiesta el investigador. «El enfoque es entender los efectos antropogénicos en la población de jaguares y qué hacer para conservar la especie».

 

Los planes de investigación de Thompson incluyen documentar la distribución de jaguar en Paraguay, una medición que, señala Thompson, nunca antes de ha hecho.

 

«Conocemos bastante bien al jaguar además que hemos aprendido lo que sucede con otros felinos grandes. Estamos mucho mejor que con el león o el tigre y sabemos qué hacer frente a los problemas», reflexiona Thompson sobre lo sucedido con las especies de felinos en África y Asia cuyas poblaciones se redujeron debido a la caza indiscriminada y el tráfico de sus partes.
Para Thompson también ha sido un paso enorme que 18 países hayan firmado el Plan Jaguar al 2030, un acuerdo entre naciones para enfrentar las amenazas del felino como la reducción del hábitat y la caza ilegal de la especie.

 

La inclusión del felino más grande de América en los apéndices I y II de la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres (CMS) también ha sido un paso importante en su protección.

 

El Apéndice I proporciona una protección más estricta de las especies migratorias en peligro y el Apéndice II que abarca las especies migratorias que tienen un estado de conservación desfavorable y se beneficiarían de una mayor cooperación internacional y de acciones de conservación.

 

Un jaguar emerge del agua en el Pantanal, el humedal más grande del mundo que abarca el extremo occidental de Brasil y zonas aledañas de Paraguay y Bolivia. Foto: Rhett A. Butler

 

«Estamos en medio de Brasil, Argentina y Bolivia, por eso es importante compartir información y esfuerzos para proteger al jaguar», precisa Thompson.

 

Bolivia: una base de datos contra el tráfico

 

El tráfico de colmillos de jaguar se está convirtiendo en una de las amenazas más severas para los jaguares en Bolivia. Por eso, desde que en 2014 se empezó a detectar el comercio ilegal de colmillos de jaguar, autoridades y organizaciones dedicadas a la conservación buscan la manera de frenar esta amenaza.

 

Un reciente esfuerzo ha sido la creación de una base de datos que reúne toda la información de fuentes oficiales sobre las incautaciones y decomisos de tráfico de especies entre los años 2010 y 2020.

 

«Hemos registrado 2000 eventos de tráfico de varias especies evidenciados en 43 instituciones distintas. De ellas, son 52 eventos de tráfico para el jaguar hasta el 2020», cuenta Mariana Da Silva, coordinadora del Combate de Tráfico de Fauna Silvestre de WCS Bolivia, sobre el trabajo que está haciendo. «Lo que queremos es que esta base de datos se convierta en un instrumento del Estado en el trabajo contra el tráfico de especies», agrega.

 

De la información recogida para la base de datos —indica Da Silva— el 42% está relacionado con el comercio ilegal hacia China, además —explica— se evidencia que los colmillos son las partes mas traficadas. Según los reportes oficiales se han contado más de 300 colmillos encontrados en Bolivia, así como dos hallazgos en China de 119 colmillos que llegaron de Bolivia. En las intervenciones también se han encontrado jaguares vivos, cachorros, huesos, cráneos y pieles entre otras partes de esta especie. «Hemos calculado que para esa cantidad de colmillos se ha tenido que matar 202 jaguares, pero podrían ser más».

 

La información recogida por WCS provienen de reportes de la Policía, del Ministerio del Ambiente, de los municipios y otras instituciones que ejecutan acciones contra el tráfico de especies. Sin embargo, la especialista advierte sobre el comercio ilegal online que, según recientes investigaciones, está creciendo.

 

Un estudio sobre tráfico de partes de jaguar en línea —liderado por WCS en coordinación con otras instituciones— ha dado los primeros datos del alcance de este método de comercio ilegal.

 

Da Silva cuenta que la investigación se hizo durante los años 2019 y 2020 en 17 países y 34 plataformas online —buscadores, redes sociales, sitios de comercio electrónico— y en siete idiomas, entre ellos chino y vietnamita.

 

Desde el año 2014 se investiga el tráfico ilegal de partes de jaguar en Bolivia. Foto: Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza de los Países Bajos (UICN NL).

 

Los primeros resultados de este estudio indican que el 48% de los resultados han sido búsqueda en español; en segundo con 20% están las búsquedas en chino; y en tercer lugar, con 24%, está el portugués. «Son los idiomas en los que más se busca y comercializan las partes de jaguar y la red más utilizada ha sido facebook con un 64%», comenta Da Silva.

 

Da Silva menciona que el 80% del comercio ilegal online corresponde a la venta de colmillos y que de todos los casos detectados en esta investigación 27 han sido de Bolivia, todos a través del facebook.

 

«El tráfico ilegal es una amenaza muy seria para el jaguar. Y son redes de crimen organizado involucrados en este comercio ilegal internacional», sentencia Da Silva. «Nos preocupa que el tráfico crezca rápidamente, tenemos ejemplos de lo que ha sucedido con el tigre asiático», agrega.

 

Perú: el plan nacional del jaguar en camino

 

«Los esfuerzos actualmente están dirigidos a la elaboración del Plan Nacional de Conservación del Jaguar», comenta Rosa Vento, especialista de la Iniciativa de Especies: Tráfico y Salud, de WCS Perú.

 

Este plan —indica Vento— está destinado a enfrentar las amenazas y recuperar el hábitat del felino. Según el estudio publicado por Cites —que toma en cuenta la información de la base de datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito sobre registros oficiales de decomisos de jaguar para los años 2000 a 2018 — Perú fue el país de origen más frecuente de los envíos de partes de jaguar, seguido de Bolivia.

 

Según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), el Plan Nacional de Conservación del Jaguar para el período 2021 – 2031 tiene cuatro líneas estratégicas: reducir la cacería ilegal; conservar el hábitat de jaguar en áreas protegidas y fuera de ellas; garantizar una oportuna intervención en su conservación y difundir información sobre la ecología y conservación de la especie.

 

Según el Serfor, Perú registra la segunda población más grande de jaguar en el continente y se espera que con el plan nacional esta población se mantenga viable hacia el 2040.

 

De acuerdo con la investigación Tendencia retrospectiva y actual del comercio de felinos silvestres en Perú —que evalúa el comercio de los ocho felinos en territorio peruano antes y después del establecimiento de Cites— el jaguar y el ocelote fueron las especies más explotadas antes de 1975, cuando se estableció la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites).

 

Aunque luego del establecimiento de Cites el comercio de jaguar se redujo por tratarse de una actividad ilegal a partir de su inclusión en esta convención, el estudio indica que existe una tendencia al aumento del tráfico para el jaguar y en general para todas las especies de felinos silvestres.

 

«La elaboración de este plan ha significado un trabajo coordinado entre el Estado y las organizaciones dedicadas a la conservación», añade Rosa Vento. «Se tiene que hacer estudios poblacionales, manejar los conflictos entre las personas y los jaguares y continuar las coordinaciones con otros países porque se trata de una especie que cruza las fronteras», finaliza Vento.

 

Con información de Yvette Sierra Praeli de Mongabay Latam/AVC

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